Hago un
llamamiento a la reconquista de España
Por Enrique de Diego.- España, nuestra querida España, esta
vieja nación ha sido traicionada. El 9 N es un día de infamia en los anales de
la Patria. Han fallado todos los poderes e instituciones, incapaces de evitar
la mascarada secesionista. España con un pelele silente denominado monarca, con
otro pelele cobarde al frente del Gobierno, sin jueces, sin fiscales, sin
policía, sin Ejército. España vilipendiada y desarmada. Hago un llamamiento a
la reconquista de España.
Hoy ha quedado abolida la Constitución de 1978; ha sido
derrocado el rey pavón. Hoy España ha quedado sin Gobierno. Hoy todo el poder
judicial ha sido desacreditado. Hoy un Ejército de cobardes y mercenarios se ha
mantenido en sus cuarteles. Hoy por esta vieja piel de toro –unidad territorial
y política desde nuestros padres los godos, desde Leovigildo y Recaredo- ha
corrido un vendaval impúdico de traición.
Ese inútil que desgobierna España, con su partido de
corruptos, después de una polémica de leguleyos y referencias estúpidas a la
cordura, ha permitido la mascarada secesionista que no es otra cosa que un
delito de lesa Patria, un delito de alta traición. Tremendo el silencio cobarde
y traidor de Zarzuela, con esa familia Borbón que es la causa última de todos
nuestros males, y que ha firmado su sentencia de exilio.
La Justicia se ha negado a tomar medidas. Los mossos han
entrado de lleno en la desobediencia civil. Y mientras los militares han sido
infieles a su sagrado juramento hacia la Patria.
Deber, honor, Patria. Estos son los conceptos que acuden con
fuerza a mi corazón y a mi mente. Deber, honor, Patria, principios que han de
sentir con renovada fuerza todos los patriotas en estos momentos decisivos de
nuestra historia, cuando todos nuestros antepasados se remueven en sus tumbas ante
la traición impune, ante el frívolo latrocinio.
En una España de Mas, borbones y rajoys, repleta de condes
donjulián y de vulgares chorizos sin virilidad, es preciso invocar la memoria
de nuestros héroes, de cuantos dieron su vida por la unidad de España, en una
larga cadena de entrega y sacrificio, que va desde Pelayo a la catalana
Agustina de Aragón, desde los esforzados héroes de Las Navas –cuando nuestros
reyes acudían prestos a la batalla- a los mártires del 2 de mayo y de los
sitios de Gerona.
Hoy, más que nunca proclamo mi amor a España, una e
indivisible, una e íntegra. En tiempos difíciles, muy pocos, Pelayo y una
treintena –las crónicas sarracenas los tildan de siemples “comedores de miel”,
como los osos- iniciaron la reconquista. Hoy es precisa una nueva reconquista.
Hago un llamamiento a la reconquista.
Desacreditados y hundidos todos los poderes, es de
aplicación el artículo 8 de la Constitución, para que las Fuerzas Armadas
cumplan su misión.
Si también fallaran los soldados de España, si para los
oficiales ya no significaran nada las palabras sacrosantas deber, honor,
Patria, y se mantuvieran acanallados y acobardados en sus salas de banderas,
los patriotas no vamos a fallar.
Nos queda Alerta Digital, nos queda La Ratonera, para dar
esta batalla, que será ardua. No nos importan las conjuras de silencio. Mientas
alguien no ceda, España será salva. Y nosotros –tú y yo, y tantos otros- no
vamos a fallar. No vamos a mirar para otra parte.
No caeremos en el desaliento. Nuestro corazón será fuerte,
nuestro brazo, de hierro; alta irá nuestra cabeza. Seguros de la victoria,
vamos a renovar nuestros esfuerzos en esta lucha, en la que los traidores
tendrán que responder de su felonía. Con voz más clara que nunca, más fuerte
que nunca vamos a gritar: Deber, Honor, Patria.
España, siempre España, todo por España.
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