La Globalización es la ideología del "Imperialismo
Internacional del Dinero" y "...tiene como objetivo controlar todos
los asuntos públicos de la humanidad por una tecno estructura privada
detentadora del poder real. Y, precisamente debido a ello, se autoexcluye de
todo proceso democrático ya que no va a permitir que se la sujete a su propio
instrumento de control. La ideología del globalismo conforma en última
instancia la privatización del poder. Y su praxis política consiste en el
control de todos los gobiernos que ocupan todos los Estados..."
(Adrián Salbuchi: "El Cerebro del Mundo: la cara oculta
de la globalización")
Ya en 1931 el Papa Pío XI advertía sobre la existencia de
este poder -el poder financiero- al que llamó "Imperialismo Internacional
del dinero" y que acumulaba "...una descomunal y tiránica potencia
económica en manos de unos pocos, que la mayor parte de las veces no son
dueños, sino sólo custodios y administradores de una riqueza en depósito, que
ellos manejan a su voluntad y arbitrio."
...
"Dominio ejercido de la manera más tiránica por
aquellos que, teniendo en sus manos el dinero y dominando sobre él, se apoderan
también de las finanzas y señorean sobre el crédito, y por esta razón
administran, diríase, la sangre de que vive toda la economía y tienen en sus
manos así como el alma de la misma, de tal modo que nadie puede ni aun respirar
contra su voluntad."
(Pío XI: Encíclica Quadragesimo anno.)
Pero ya no hace falta recurrir a "teorías
conspirativas". El profesor Carrol Quigley, miembro del CFR (Council on
Foreigns Affairs) (1) lo explica muy bien: "...El Poder del capitalismo
financiero tiene un objetivo trascendental, nada menos que crear un sistema de
control financiero mundial en manos privadas capaz de dominar el sistema
político de cada país y la economía del mundo como un todo. Este sistema ha
estado controlado de un modo feudal por los Bancos Centrales del mundo actuando
concertadamente y por acuerdos secretos, a los que se llegan en reuniones
privadas y conferencias. Cada Banco Central buscó dominar a su Gobierno
mediante la habilidad para controlar los préstamos al Tesoro del Estado, para
manipular el mercado de cambios, en la determinación del nivel de la actividad
económica del país y en influir sobre los políticos colaboracionistas mediante
recompensas posteriores en el mundo de los negocios. La cúspide del sistema ha
sido el Banco de Pagos Internacionales (BIS: Bank of International Settlements)
de Basilea, Suiza; un banco de propiedad privada y controlado por los Bancos
Centrales del mundo, que también son corporaciones privadas”
(“Tragedy
and Hope”; Ed. The Macmillan Company; New York; 1966. Pág. 324)
No deja de sorprender tanta franqueza. Tal vez sea por eso
que pese a ser casi inhallable ese libro, no ha sido reeditado. No hay que
avivar a la gilada.
El obstáculo más grande que encuentra este poder para
afianzarse son las soberanías y los Estados Nacionales. Y ese es el objetivo a
destruir. Richard Gardner, otro miembro del CFR planteaba en 1974: "...En
pocas palabras, la 'casa del orden mundial' tendrá que ser construida desde
abajo para arriba ... impulsando una carrera final alrededor de la soberanía
nacional, erosionándola pedazo a pedazo, con lo que se logrará mucho mas que
con el anticuado método del asalto frontal".
Gardner no hacía más que mostrar el camino para cumplir con
las metas que le señalaba su "patrón" en el CFR: "De lo que se
trata es de sustituir la autodeterminación nacional que se ha practicado
durante siglos en el pasado por la soberanía de una élite de técnicos y de
financieros mundiales". (David Rockefeller)
Normalmente, estas ideas, que vienen implementándose desde
hace décadas, no trascendían más allá de circulos y publicaciones restringidas.
El motivo lo explicaba bien Arnold J. Toynbee: "En el presente estamos
trabajando discretamente, pero con todo nuestro esfuerzo para arrancar esa
misteriosa fuerza llamada soberanía de las garras de los estados nacionales de
nuestro mundo. Y todo el tiempo estamos negando con nuestros labios lo que
hacemos con nuestras manos, porque impugnar la soberanía de los estados
nacionales del mundo es todavía una herejía por la cual un hombre de estado o
un publicista quizá pueda no ser quemado en la hoguera, pero sí desacreditado y
excluido de la sociedad."
(Monografía leida en la Cuarta Conferencia anual del
Instituto para el Estudio Científico de las Relaciones Internacionales. Copenhague,
junio de 1931. Informe Especial publicado por The Spothligh. Washington, DC.
l989).
Desde hace mucho tiempo, tanto la "derecha
neoliberal", la "izquierda" socialdemócrata o la
"ultraizquierda internacionalista", están haciendo su aporte a la globalización,
"impulsando una carrera final alrededor de la soberanía nacional,
erosionándola pedazo a pedazo" como proponía R. Gardner, trabajando
objetivamente a favor de este poder supranacional.
Es que
"Derecha" e "izquierda" comparten un enemigo común: Todo lo
que sea "nación", "nacional" o "nacionalismo",
les produce rechazo y llegado el caso, se unirán en su contra, como lo han
hecho siempre.
Y si bien en la realidad los gobernantes no son sino los
gerentes de ese "verdadero poder", la existencia de una soberanía,
aunque sea formal, es un estorbo (a ver si algún día los pueblos quieren
hacerla valer), y consideran que está llegando el momento de eliminarla
totalmente, incluso en lo formal.
Ya hay propuestas en este sentido, que tracienden en los medios
de difusión masiva. Así, leemos un artículo, cuyo autor es otro globalista,
Jacques Attali, ex asesor de Miterrand:
En 2050 habrá un gobierno mundial
"...
- ¿Ese gobierno mundial tendría que pasar por las Naciones
Unidas?
-Hay una forma muy simple, que es fusionar el Consejo de
Seguridad de la ONU con el G-8: que todos los miembros del Consejo de Seguridad
estén en el G-8, y viceversa. Naturalmente será necesario agregar a América
latina, que no está en ninguno de los dos. Y a Africa. En segundo lugar, habrá
que someterle el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y la
Organización Mundial de Comercio (OMC), para darle al Consejo de Seguridad una
nueva legitimidad. Tercero, cambiar los estatutos del Consejo de Seguridad,
para que todos los países puedan participar en las decisiones. Esto se puede
hacer en diez minutos. No es demasiado complicado. A partir de ese momento
habría un gobierno mundial. Se lo podría llamar de otro modo, para no darle
miedo a la gente, pero tendríamos una auténtica estructura de gobierno..."
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