¿Ha
resbalado el CNI en el ‘caso del pequeño Nicolás’?
No hay
precedente alguno en la historia de los Servicios de Inteligencia que se pueda
asimilar al berenjenal en que se ha metido el CNI (Centro Nacional de
Inteligencia) al interponer una querella por un presunto delito de injurias
contra Francisco Nicolás Gómez Iglesias, presentado por la prensa como ‘el
pequeño Nicolás’ (los amigos le llaman ‘Fran’ o ‘Paco-Nico’).
Una
judicialización cuestionada por algunos altos ejecutivos del CNI que la
consideran gratuita y contraproducente, apuntando que se trata de una
imposición del Gobierno a su director, Félix Sanz Roldán. Ello significa que
habría sido alentada (más que autorizada) por la vicepresidenta Soraya Sáenz de
Santamaría, de la que depende la Inteligencia del Estado, y desde decidida con
conocimiento expreso del Consejo de Ministros presidio por Mariano Rajoy,
quizás sin sopesar sus consecuencias de forma adecuada.
Lo llamativo
del caso es que, estando implicadas tantas instituciones y personalidades
relevantes, haya tenido que ser el CNI (el ‘servicio secreto’) quien asumiera
esa acusación formal contra el pequeño Nicolás. Y que, siendo como es
consciente de que el querellado no supone ningún tipo de amenaza para el
Estado, la sustanciara sólo en base a un presunto delito de injurias por haber
declarado que el Servicio de Inteligencia podía estar implicado en alguna
operación ‘alegal’, adjetivo que alude a lo desprovisto de sentido legal, a lo
‘no regulado ni prohibido’, sin nada que ver con lo ilegal.
Así, la
acción ‘alegal’ no tiene amparo legal ni condenación explícita. Por tanto,
difícilmente se puede entender este término como una ‘injuria’. La injuria se
define en el Código Penal español (art. 208) como “la acción o expresión que
lesionan la dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando contra
su propia estimación”, advirtiendo el mismo texto que “solamente serán
constitutivas de delito las injurias que, por su naturaleza, efectos y
circunstancias, sean tenidas en el concepto público por graves”.
¿Qué pueden
esperar entonces el Gobierno y el CNI de su querella por injurias…? En los
medios informados de la Inteligencia -y también en los judiciales- se estima
que muy poca cosa, por no decir que ninguna. Sin embargo, el riesgo de que
durante la instrucción y la eventual vista oral de la causa surjan recuerdos y
flecos poco honorables de su historia reciente (bajo la nomenclatura del
CESID), es evidente.
Baste
considerar en ese sentido los desafortunados hechos delictivos del 23-F; el
encausamiento judicial de dos directores generales del Centro (los generales
Emilio Alonso Manglano y Javier Calderón); la dimisión forzada de otro (Alberto
Saiz); la defenestración política de un ministro de Defensa (Julián García
Vargas) y la de todo un vicepresidente del Gobierno (Narcís Serra), de quienes
dependía el CESID; las condenas de algunos de sus miembros por haber
transgredido la ley en su ejercicio profesional; el rosario de escándalos
protagonizados por el mismo Servicio de Inteligencia y difundido urbi et orbi
por los medios informativos (ahí está la hemeroteca); las gruesas acusaciones
vertidas en varias ocasiones contra el CESID en el Congreso de los Diputados
(recogidas también en el Diario de Sesiones), mucho peores que cualquier cosa
dicha por el querellado.
Y todo ello
al margen de que, considerando el escenario institucional y los protagonistas
del caso, los excesos verbales (u otro tipo de enredos) del joven Gómez
Iglesias se podían haber zanjado perfectamente con un buen tirón de orejas en
el despacho oficial adecuado. De hecho, el propio director del CNI ha admitido
que la relación del organismo con el atrevido Nicolás es un “cuento” y que el
enredo sólo les “tomó interés hasta que lo pusimos en manos de la justicia”.
Pero, si la
cosa en tan banal, ¿a santo de qué ha venido la excepcionalidad de interponer
una querella por injurias…? ¿Es que acaso el CNI lo ha hecho antes, a pesar de
las barbaridades que se han escrito históricamente sobre las prácticas ilegales
de los Servicios de Inteligencia…? ¿Y no terminará siendo peor el remedio que
la enfermedad…?
No menos
extraño ha sido el aparatoso operativo policial montado para la detención del
pequeño e ‘inofensivo’ Nicolás, ni más ni menos que con tres vehículos y seis
agentes -apoyos de contra vigilancia aparte-, claramente intimidatorio. Cuando
se le podía haber detenido con mucha más discreción y sin tratarle poco menos
que como un terrorista o el enemigo público nº 1.
¿Y por qué,
en todo caso, esa detención no fue realizada por la policía judicial o por la
comisaría de barrio ordinaria, en vez de intervenir la Unidad de Asuntos
Internos de la Policía que dirige Marcelino Martín-Blas, sin que hubiera ningún
policía implicado en los hechos determinantes…?
Dicha unidad
policial, teóricamente debe investigar sólo a los miembros del Cuerpo Nacional
de Policía sobre los que existen indicios de delito. Según la orden interna
28/2013 de la Dirección General de la Policía que titula Ignacio Cosidó, la
competencia específica de Asuntos Internos se limita a “investigar y perseguir
las conductas funcionariales constitutivas de infracciones penales y aquellas
otras contrarias a la ética profesional de los miembros del Cuerpo Nacional de
Policía y de los funcionarios destinados en el centro directivo”.
Pero tampoco
deja de ser curioso que el portfolio de clientes que EDIHNOR S.A., empresa
constructora representada de alguna forma por el querellado -según sus
declaraciones-, publicite en su página web nada menos que 10 ministerios, 16
empresas públicas autónomas y casi una treintena de otras entidades y órganos
de la Administración Local y Autonómica (sin hacer la menor referencia a
clientes privados). Destacando entre todos ellos, por la exigencia de seguridad
y confianza con la que suelen contratar a sus proveedores, el Ministerio de
Defensa y el de Interior o las direcciones generales de Instituciones
Penitenciarias y de la Policía…
Y también
choca que el chalet del lujoso barrio madrileño de El Viso puesto a disposición
del querellado por sus padrinos económicos o empresariales, fuera de hecho la
‘vivienda’ del joven Nicolás y que, como tal, sirviera, por ejemplo, para que
el controvertido empresario Arturo Fernández, vicepresidente de la CEOE,
presidente de CEIM y amigo personal de Esperanza Aguirre, e incluso del rey Juan
Carlos I, ‘sesteara’ en ella abstraído de sus grandes responsabilidades
profesionales, según se ha visto publicado en diversos medios informativos con
el soporte fotográfico correspondiente… ¿Quién más ha podido ‘sestear’ allí,
bajo la capciosa grabación de multitud de cámaras de video instaladas en el
chalet, no se sabe por quién ni para qué…?
Otra de las
cuestiones más comentadas en círculos de Inteligencia, es la coincidencia de
que el chalet del pequeño Nicolás (situado en Carbonero y Sol 32) se encuentre
próximo a instalaciones muy significativas de diversos organismos de
Inteligencia (rusos, israelitas, españoles…) incluidas las del Centro de
Inteligencia de las Fuerzas Armadas (CIFAS), emplazado de forma muy discreta
exactamente enfrente. ¿Pura coincidencia o algo más…?
También es
de relevancia el hecho de que haya sido al estallar el ‘caso del pequeño
Nicolás’ cuando se ha publicitado que Carlos García Revenga, que ha desempeñado
durante dos décadas el cargo de secretario personal de las infantas Elena y
Cristina, dejará de prestar sus servicios en la Casa Real al finalizar el año.
Un personaje que -como otros muchos- ha negado con demasiada ligereza tener
relación alguna con el jovencito de marras, en contra de las pruebas que, según
el pequeño Nicolás, muestran lo contrario, y al que éste dice “tener pillado”.
En esos
círculos de Inteligencia también se relaciona el caso con el anuncio de Arturo
Fernández de dejar sus cargos de representación empresarial, decisión que ni
siquiera se había planteado en situaciones previas de gran desprestigio
personal, profesional y político. También se comenta que el secretario de
Estado de Comercio, Jaime García-Legaz, puede seguir muy pronto por esa misma
senda.
La cosa, con
tantos desmentidos institucionales (incluidos los de Moncloa y la Casa Real),
cuyos contenidos decaen rápidamente rebatidos por el joven Nicolás, va a más
día a día. Ahora, lo que tiene curiosamente atentos a los miembros del CNI y a
otros Servicios de Inteligencia, es el anuncio realizado por la revista
Interviú de la posible trama de relaciones sexuales cuando menos poco
edificantes integrada en el caso.
En un
reportaje titulado ‘El pequeño Nicolás y el sexo’, la revista Interviú (nº
2.015, 8 al 15 de diciembre) aseguraba que fuentes policiales han alertado a
sus superiores de que las posibilidades de que se filtren ciertas informaciones
comprometedoras para algunos responsables públicos (que han negado su relación
con Paco-Nico de forma ciertamente pánica), tienen una base sólida detrás. Según
esas fuentes, las cintas de video u otras pruebas que podrían sustanciar las
amenazas proferidas por Gómez Iglesias, existen; y también creen que si éste se
siente acorralado por la Justicia o el CNI, saldrán a la luz.
En el
párrafo final de esta información, se lee literalmente: “(…) Todas las fuentes
consultadas por esta revista coinciden en reconocer que Francisco Nicolás
tiene, al menos, un arma real. Las pruebas escritas de una infidelidad cometida
por un alto cargo del Gobierno. Los mensajes de alto voltaje erótico que el
hombre, casado, se cruzaba con una joven madrileña, entonces menor de edad,
amiga personal del joven Francisco y cuyo nombre no es público. Queda por saber
si es la última bala de un impostor o la primera venganza de un crío que se siente
traicionado”.
Junto a la
atención que prestan a esta morbosa vertiente del caso, los profesionales
vinculados a la Inteligencia del Estado, también están a la espera de las
revelaciones que puedan surgir en la instrucción de la querella del CNI contra
este ‘conseguidor’ o recadista institucional, que retrata de forma muy precisa
el lamentable sistema político impuesto en el país. Ese es el problema: la
querella del CNI ha puesto la bomba encima de la mesa y el pequeño Nicolás anda
jugando con la espoleta. Blog el espía digital
No hay comentarios:
Publicar un comentario